El Chihuahueño tiene una historia muy interesante. Unos establecen su origen en el propio México, (de uno de sus estados toma en nombre), que es la más extendida, señalándolos como descendientes de los perros Techichi que, según la mitología azteca, eran primos de sus dioses.
Otros especialistas defienden que, esta raza, fue llevada por los españoles a la Mesoamérica precolombina desde China e introducido en la zona que, hoy en día, comprende gran parte del norte de México y del sur de Estados Unidos de América donde fue criado por hispanos, tejanos y mexicanos para atrapar conejos y otros roedores típicos de esa zona del continente americano.
Existen variedades en atención a su pelo: Corto y Largo, a la forma de su cabeza, en concreto de su hocico: Cabeza de Manzana y Cabeza de Venado y de su tamaño: Estándar y “Toy”.
El Chihuahueño o Chihuahua, en alguna de sus variedades, es la raza de perros más pequeña que existe, lo que le hace particularmente apreciado por adaptarse perfectamente a un apartamento de pocos metros cuadrados, aunque necesita salidas cotidianas.
Es nervioso y receloso hacia los extraños, ladrará al menor ruido que denote la presencia de desconocidos, lo que le convierte en un buen perro de guardia pero, con los miembros de su familia, es muy cariñoso y sabrá convertirse, siempre, en el centro de atención ya que es muy juguetón.
Es un perro que siempre está alerta y activo pero, si se le proporciona tiempo de juego, el Chihuahueño se relaja dentro de casa.
Para muchas personas en todo el mundo, el chihuahueño es la referencia entre los perros de compañía. Es muy cariñoso, leal a su amo y a su familia, buen guardián y no es tan exigente como otros perros.